2 de diciembre de 2008

Me ahorcaré con el cable de la radio

Me considero una persona cuyas miras musicales son bastante amplias: igual me voy al Summercase que a un concierto de Violadores del Verso. Cuando voy en el coche suelo llevar puesta Maxima FM, pero si estoy de copas en un garito pachanguero y ponen El Canto del Loco, pues canto y bailo a lo loco.

Llevo un mes escuchando Los 40 Principales desde las 9 de la mañana, cuando Cristina, una de mis compis de curro, decide encender la radio, hasta las 14h, cuando por fin me voy a casa. Y ya no puedo más. Estoy desesperada. Desesperada mientras escucho sucederse una y otra vez las mismas canciones, día tras día, durante 5 horas. Rihanna, Amaral, Estopa, Nelly Furtado, La Oreja de Van Gogh, la ex-cantante de La Oreja de Van Gogh, y un par de grupos que suenan a La Oreja de Van Gogh. Pobre Van Gogh, si levantara la cabeza se cortaría la otra oreja.

Y no quiero ser la típica progre radical que escupe en las listas de ventas, de verdad que el pop/rock comercial español no es que me desagrade del todo, pero han conseguido que lo odie. Canciones sueltas que antes me gustaban y que llevaba en mi iPod para los días en que necesito sentirme de nuevo adolescente, ahora me resultan un martirio.

El otro día comentaba con un amigo que a día de hoy es imposible pasar las 24 horas de un día cualquiera sin escuchar 'Tenía tanto que darte', de Nena Daconte o 'I kissed a girl' de Katy Perry.
Probadlo, no lo conseguiréis.
Y todo esto, inevitablemente me hace pensar en La Naranja Mecánica y en el 4º movimiento de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven. Un día de estos me ahorcaré con el cable de la radio.