13 de mayo de 2009

Esto no es ser mujer

Vale que yo soy un poco radical, y vale que por las mañanas estoy especialmente irascible, pero cuando llego al trabajo y empiezo a escuchar los cacareos de la panda de gallinas que tengo al lado, me pongo enferma. Son cinco y arman la misma escandalera que cincuenta. Desearía poder levantarme, acercarme a ellas y decirles todo lo que pienso.

Lo primero: trabajamos en una redacción, no en una peluquería o un mercado; con lo cual, lo de hablar a voces, ya que no hay ruido, está demás. Especialmente si somos conscientes de que a mí no me importa en absoluto que Fulana haya adelgazado dos kilos desde que empezó su nueva dieta, o que Mengana, 'en sus tiempos' tomara la píldora del día después. No tienen por qué forzarme a que me entere. Violan mis oídos.

Continúan con sus juicios éticos y morales sobre cualquier tema. Hablan con una ligereza preocupante acerca de cualquier cuestión: política, religión, deporte, cine o moda. Son periodistas, así que saben de todo. Da igual un proyecto de ley que un partido de fútbol. Para ellas todo va en el mismo saco de su opinión personal, 'porque soy mujer, periodista, y porque yo lo valgo'. Seguras de sí mismas, tienen todas las soluciones para arreglar el mundo, ¡las putas reinas de la opinión pública! Supongo que pretenden que sus vidas profesionales rellenen los vacíos que hay en sus vidas personales.

Como tienen la regla, votan y trabajan fuera de casa, vomitan las palabras sin pensar. ¡Están en su derecho!

Cuantos más años llevaba un padre violando a su hija, cuantos más muertos ha habido en un atentado, más importancia tiene la noticia. Así de inteligentes son sus criterios periodísticos.

Tarde o temprano, a lo largo del día llega el 'momento malmeter'. A todo ser humano le gusta el cotilleo. Activa o pasivamente, contar algo sobre alguien a otro alguien es inevitable. Pero ellas malmeten. Hablan mal sobre alguien a sus espaldas, y luego de cara le sonríen. Me pone triste.

Ríen a carcajadas: cuánto más alto lo hacen, más podrán repetir luego lo mucho que adoran su trabajo y lo bien que se llevan con sus compañeras. Canturrean canciones, así se sienten más jóvenes.

El machismo es una de las cosas que más odio, me pone furiosa y violenta -por desgracia lo vivo en mis carnes más de lo que me gustaría-, pero este especimen de mujer del que os hablo, este feminismo de palo, este aborto de fémina liberada... me sobrepasa. Como persona, me da pena, y como mujer, vergüenza.